La miel es un producto puro 100% natural. Cualquier otro producto que no sea así, sencillamente no es miel.
Precisamente porque es un producto natural, la miel puede cristalizarse y presentarse de forma viscosa, granulada o sólida. Esto se debe a varios motivos, entre los que se encuentran la temperatura a la que está expuesta la miel en el hogar, o cuando la glucosa (uno de los 3 componentes de la miel) se precipita.
Este transformación NO hace que se pierdan las propiedades y el sabor de la miel.
Su bajo contenido en agua (sobre el 18%) impide que se puedan generar bacterias o microorganismos siempre que el tarro esté sellado. Además con un PH entre 3 y 4,5, no es un lugar muy agradable para esos microrganismos.
Los antiguos faraones egipcios ya disfrutaban de este manjar. Se han encontrado diferentes hallazgos de vasijas dentro de los sarcófagos egipcios. Además es uno de los pocos productos alimenticios de la historia que no ha sido alterado, y sigue siendo como los disfrutaban los faraones.